El Príncipe Juan Carlos es proclamado Rey ante las Cortes el 22 de noviembre de 1975 y declara su voluntad de ser Rey de todos los españoles. Se abre una etapa nueva basada en el consenso nacional. El Rey recibe el apoyo del presidente de la Conferencia Episcopal, el cardenal Vicente Enrique y Tarancón. Firma un indulto en el primer consejo de ministros que preside. Nombra presidente de las Cortes y Consejo del Reino a Torcuato Fernández Miranda, con quien articulará la difícil operación política de transformar el régimen dictatorial en una democracia. Ni ruptura ni continuismo, ahí reside la dificultad de la tarea que le corresponde dirigir al Rey, que es consciente del peligro que supondría su fracaso para la convivencia de los españoles y el futuro de la Monarquía, sin provocar la acción de la ultraderecha o decepcionar las expectativas democráticas de la oposición.