En el evangelio de hoy, se relata el testimonio de Juan el Bautista cuando los judíos enviaron sacerdotes y levitas para preguntarle quién era. Juan confesó que no era el Mesías ni Elías ni el Profeta. Les dijo que él era la voz que gritaba en el desierto, preparando el camino del Señor, como había profetizado Isaías. Los fariseos le cuestionaron por qué bautizaba si no era el Mesías, y Juan les respondió que él bautizaba con agua, pero en medio de ellos había uno que no conocían, el que venía después de él y al que no era digno de desatar la correa de la sandalia. Estos eventos tuvieron lugar en Betania, al otro lado del Jordán, donde Juan estaba bautizando.